Un televisor encendido como ruido de fondo altera el desarrollo de los niños: reducen su interacción, aumentan sus ganas de comer y adoptan hábitos negativos.
Los niños no sólo soportan niveles de ruido excesivos en zonas recreativas: salones de fiestas, cines, sino que están creciendo en una verdadera “cultura del ruido” en que el hogar se presentan a menudo ruidos excesivos como gritos, discusiones, radios, tv, computadores y juegos electrónicos encendidos todo el día.
Además en el mismo salón de clases la contaminación acústica muchas veces supera los 65 dB, cuando la Oms recomienda que los niveles en clases no superen los 40 dB
Muchos estudios han demostrado que la exposición continuada a elevados niveles de ruido incide de manera significativa en la atención, en la capacidad de concentración, en la adquisición de la lectura, y en al aprendizaje, en general.
Los niños pasan tanto tiempo cerca de un televisor encendido como en la escuela.
Entre los ocho meses y los ocho años de edad, los niños pasan unos 232 minutos por día con el ruido del televisor de fondo. Si se suman los 80 minutos de exposición activa hallados en estudios previos, se alcanzan las cinco horas diarias de interacción con el aparato.
Aún se desconoce el efecto de la exposición a las pantallas en los cerebros en desarrollo, pero están apareciendo hallazgos preocupantes. Lo que si se sabe, es que los niños pasan menos tiempo jugando con amigos e interactúando con los padres cuando hay una televisión encendida en el hogar que cuando no existe esa distracción.
Los investigadores han descubierto que cuanto más pequeños eran los niños, mayor era la exposición al ruido de fondo del televisor. Los menores de 2 años, por ejemplo, estaban expuestos 5,5 horas por día.
En los bebés, según distintos estudios previos, el ruido de la televisión retrasaría el desarrollo del lenguaje.
Oír voces en el fondo que no se pueden distinguir confunde a los bebés que están tratando de aprender a hablar, los niños pequeños distinguen entre las personas en la televisión y las de carne y hueso, y aprenden mucho más de las segundas.
Los bebés a los que los padres les leen cuentos balbucean palabras, mientras que los que miran televisión están callados. Eso quiere decir que su desarrollo del lenguaje está amenazado.
A los especialistas les preocupa que la exposición a la televisión empuje a los niños a comer más y adquirir hábitos nocivos como el tabaquismo y el consumo de alcohol.