El moco se produce en las líneas de tejido de la boca, la nariz, los senos paranasales, la garganta, los pulmones y el tracto gastrointestinal.
El moco actúa como una manta protectora sobre estas superficies, evitando la desecación de los tejidos y manteniendo así la humedad; al no haber moco la superficie comienza a secarse y agrietarse, y usted tendrá una grieta en la armadura protectora.
El moco también actúa como una especie de papel matamoscas, atrapando a las sustancias no deseadas, como las bacterias y el polvo antes de que puedan entrar en el cuerpo, sobre todo las vías respiratorias sensibles.
Pero el moco es más que una sustancia pegajosa. También contiene anticuerpos que ayudan al cuerpo a reconocer invasores como las bacterias y los virus, contiene además enzimas que matan a los invasores, así como proteínas que le dan la consistencia mucosa, pegajosa, viscosa e inhóspita para el crecimiento de los microorganismos; el moco contiene además una variedad de células, entre otras cosas.
Incluso cuando uno está sano, nuestro cuerpo es una máquina de moco, produciendo alrededor de 1 a 1.5 litros cada día. La mayor parte de ese moco escurre por la garganta y ni siquiera lo notamos.
Sin embargo, hay veces en que usted nota mas el moco y no suele ser porque usted está produciendo más, sino que la consistencia del moco ha cambiado.
Algunas personas producen moco más grueso y pegajoso que otros.
Por lo general un fuerte resfriado, una alergia, u oler algo irritante estimula la producción de moco de su cuerpo. Por ejemplo, durante una respuesta alérgica a algo como el polen o ambrosía, las células cebadas del cuerpo empiezan a liberar una sustancia llamada histamina, que provoca estornudos, picor, y congestión nasal.
El consumo de leche puede hacer que algunas personas produzcan más moco, debido a la rinitis gustativa, una reacción o reflejo que es provocada por el consumo de ciertos alimentos. Sin embargo, aunque se puede sentir como que tiene más flema, no se va a empeorar un catarro por beber un vaso de leche.
El moco no siempre es del mismo color, puede ser de color amarillo, verde, blanco o tener un tinte rojizo.
Usted puede haber escuchado que el moco amarillo o verde es una clara señal de que usted tiene una infección, pero no siempre es así, el tono amarillo o verde no sólo se debe a las bacterias. Es por eso que el médico juzgará de acuerdo a la presencia del moco y los síntomas que tenga si es o no infección y dará el tratamiento adecuado.
Cuando usted tiene un resfriado, el sistema inmunitario envía glóbulos blancos denominados neutrofilos a la zona que este afectada, como la nariz. Estas células contienen una enzima de color verdoso, y si se acumulan grandes cantidades de éstas células, pueden convertir el moco a este color verdoso.
Los múltiples tonos del moco se refieren también a la concentración de la mucosidad.
El moco puede contener también tintes de sangre rojiza o marrón, sobre todo si su nariz se seca o está irritada de tanto frotar o soplar.
En suma, el médico evaluará de acuerdo a la presencia o no del moco, a los síntomas que tenga, si es o no infección, decidirá el tratamiento adecuado y así evitará tratar de manera inadecuada al moco que más que un enemigo es nuestro aliado.