Uno de cada tres niños que presentan un cuadro gripal o catarral tiene el riesgo de una infección de oído.
Los síntomas de la otitis media aguda incluyen dolor de oído, sensación de presión del mismo, fiebre, disminución de la audición, entre otros.
En personas con alguna discapacidad o en niños muy pequeños se pueden expresar con irritabilidad, llanto súbito y continúo, se llevan la mano al oído afectado, en ocasiones hay inestabilidad o mareos, nausea, o vómito, y en algunos casos se puede complicar con salida de pus a través del canal por haberse perforado el tímpano, o bien con cefalea intensa, convulsiones por meningitis, o mastoiditis que es una infección del hueso donde está albergado el oído.
Si la parte media del oído se encuentra bien aereada, con una buena permeabilidad de la trompa de Eustaquio, estará el odio medio sano y funcional.
Sin embargo, si se presenta una producción exagerada de moco por alergia persistente o una infección viral, o bacteriana, se puede llegar a obstruir la trompa de Eustaquio, acumular líquido en el oído medio y esté a su vez infectarse dando como resultado la presión sobre tímpano, dolor intenso y fiebre, características típicas de una infección de oído medio llamada otitis media.
Entre las secuelas que deja una otitis no tratada o mal tratada están la disminución de la audición por persistencia de líquido en cavidad de oído medio, perforación timpánica o retracciones del tímpano. Otras secuelas pueden ser graves que hayan quedado por un episodio de meningitis, como el retardo en desarrollo de habilidades, defectos en el habla, o problemas de aprendizaje.
“Si no hay diagnóstico bien hecho, o el medicamento es el equivocado lo que deja son niños dañados”, dijo un miembro de la Academia Mexicana de Infectología Pediátrica.
Un diagnóstico y abordaje correcto sólo lo puede realizar un especialista como lo es el Médico Otorrinolaringólogo