Percepción auditiva: factor interviniente y determinante en el aprendizaje de la lectoescritura
Las capacidades perceptuales auditivas no son sólo el fundamento de la comunicación verbal, sino son también determinantes en el aprendizaje y desarrollo de una buena lectura, escritura y de la comprensión cognitiva.
El lenguaje es comunicación, y en la base de todo proceso comunicativo humano se encuentra interviniendo, entre otros factores, el aspecto auditivo, ya sea en su codificación o decodificación, para lograr una transmisión efectiva del mensaje.
Fallas en la percepción auditiva guardan estrecha relación con la percepción y producción del lenguaje oral, y que afectan, de manera indirecta, a su comprensión.
Son múltiples las alteraciones que se suscitan frente a una deficiente percepción auditiva:
-deficiente diferenciación de la cualidad tonal de un elemento de la palabra o frase,
-fallas en el reconocimiento de matices fonémicos y en el procesamiento de grupos sonoros simultáneos,
-dificultades en el deletreo y en la ordenación de los elementos constitutivos de una palabra,
-dificultades en la escritura y/o en la lectura, etc.
En definitiva, es determinante la influencia de la percepción auditiva en la adquisición del lenguaje oral, en lo que se refiere a su percepción como a su producción.
Ahora resta analizar que ocurre con el lenguaje lectoescrito.
Para ello es preciso remitirse a la estrecha relación existente entre ambas manifestaciones del lenguaje: el oral y el escrito, más aún en un sistema de escritura alfabética como es el español.
Para poder leer y /o escribir en una escritura alfabética es necesario tomar conciencia de que las palabras están formadas por sonidos, conocimiento que le permite al individuo inducir las correspondencias grafema – fonema.
Éstas solo podrán establecerse en la medida que el individuo posea un sistema auditivo íntegro, pero también sea capaz de percibir adecuadamente en forma auditiva.
Además la adquisición de la lectoescritura exige, como la percepción auditiva, de un aprendizaje y de una metodología.
La lectura y la escritura son dos procesos diferentes, pero complementarios, sobre todo en su etapa de adquisición.
Es en ella donde el pequeño aprendiz para poder leer una palabra, hace uso de la ruta fonológica, es decir, en primer lugar segmenta las palabras en los grafemas que lo componen, luego se produce la conversión grafema en fonema y finalmente se ensamblan los fonemas.
Lo mismo ocurre con la escritura, aunque la ruta fonológica resulta ligeramente diferente: el niño actúa como si fuera a pronunciar una palabra, así esa representación fonológica se descompone en fonemas y esos fonemas se convierten en grafemas por medio del mecanismo de conversión fonema – grafema.
Cabe señalar que la ruta mencionada anteriormente no es la única que interviene en los actos de lectura y de escritura, simplemente es la más comúnmente usada por los niños en estadios iniciales del proceso debido a que el léxico auditivo que poseen es en un principio mucho mayor que su léxico visual.
Tal como puede observarse la relación entre percepción auditiva y lectoescritura es lo suficientemente estrecha como para dejar su desarrollo abandonado a la casualidad o a procesos de aprendizaje secundarios.
Su estimulación en forma gradual y sistemática puede proveer éxito en la adquisición de la lectura y la escritura, pues estas dependen entre otras cosas de la capacidad de diferenciación auditiva, la combinación de sonidos, el reconocimiento de secuencias temporales, la memorización de fonemas y la relación entre estos y su grafema correspondiente.
El desarrollo del lenguaje, en su manifestación oral y escrita, ciertamente requiere de una estructura anatomofisiológica apta como condición necesaria, lo que favorece y estimula que los niños conviertan en oyentes – hablantes y lectores – escritores competentes.